La llegada del otoño marca el inicio de la temporada de resfriados y gripes. Esta es una situación que se repite cada año, pero en esta ocasión supondrá un reto para los centros de salud, ya que deberá convivir con los casos de COVID-19.
Los síntomas del resfriado, la gripe común y la COVID-19 son parecidos, pero hay algunas características que nos pueden ayudar a diferenciarlos. El resfriado es el que se distingue con mayor facilidad, dado que no cursa con fiebre y su sintomatología es más banal. Las personas con resfriado suelen presentar congestión y secreción nasal, dolor de garganta, tos y estornudos. La aparición y evolución de los síntomas es lenta y dura aproximadamente 10 días.
Más complicado es diferenciar entre gripe y COVID-19, ya que existen síntomas coincidentes, como la fiebre, los dolores de cabeza, el cansancio y la tos. Los síntomas típicos de la gripe son fiebre, dolor general, fatiga, tos o escalofríos, y pueden acompañarse de dolores de cabeza. No suele provocar estornudos ni sensación de ahogo. Su duración oscila entre 7 y 14 días.
Los síntomas típicos de la COVID-19 son tos seca, fiebre y cansancio. La disnea o sensación de ahogo es un síntoma común cuando la enfermedad se agrava, y es el más preocupante, ya que refleja la presencia de neumonía. No debemos confundir la disnea con la ansiedad que genera en algunas personas la situación de estrés que estamos viviendo. Una prueba muy básica que puede hacerse para descartar una causa pulmonar es coger aire hasta llenar el pulmón y vaciarlo: quienes tienen el pulmón sano lo podrán hacer, y sentirán alivio; los que tienen el pulmón enfermo, no. Otros síntomas de la COVID-19 son la pérdida de olfato y de sabor, el dolor de garganta, el dolor muscular y la diarrea. El empeoramiento brusco es también un indicador, ya que en la gripe la evolución es más constante. No suele provocar estornudos ni secreción nasal.